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jueves, 8 de agosto de 2013

Capítulo 5 - El rehén.

-Debemos hacer algo, Miljer, el enemigo pronto alcanzará nuestro nivel con respecto a las transformaciones... Debemos actualizar nuestros conocimientos, ¿no crees?-Hugo no debe de acordarse, pero mi oído evolucionó bastante con la transformación, y estoy oyendo toda su conversación.
-Oye, ¿de qué hablan?-me susurra Klider, a mi oído.
Está tan cerca... He sentido sus labios en mi oreja. Un pequeño cosquilleo me recorre el cuerpo.
-Hablan del enemigo, tiene las mismas capacidades que nosotros sobre las transformaciones, y quieren ampliar sus conocimientos.
-Mierda. Ójala sepan algo más...
-Seguro que sí, no hay por que preocuparse...
-Mientes-Klider me sonríe. ¿Cómo es que me conoce tanto?
-Vale, tengo miedo, ¿y?
-No sabía que las gatitas tuvieran miedo...
-Calla. ¿Y tú, tienes miedo?
-Puede ser...-me mira enigmático. Me doy cuenta de que nos separan veinte centímetros. Sus dedos rozan casi los míos. Sacudo la cabeza y bajo la mirada. No, no va a ser mi debilidad. Nadie ni nada, va a ser mi debilidad.
-Más vale que nos quitemos el miedo-comento, algo seria.
-Sí-dice Klider, moviendo vagamente con el tenedor el estofado.
La cagaste, me digo. Sin embargo, quito en seguida ese pensamiento de mi cabeza, y me termino el estofado.
-Y, bueno chicos, ¿qué vais a hacer esta tarde?-pregunta Miljer, que parece haber dejado de hablar con Hugo.
-La verdad es que no sé-digo-. Quizás no haga nada. O practique correr.
-¿Y la reunión...?
-Klider, dios, ya iré a la reunión.
¿Qué? ¿Por qué he dicho eso así? No, no, ¿qué te pasa, Paym?
-Vale, lo siento-Klider me mira. Abro la boca para decir algo, pero algo me impide cerrarla. Maldito orgullo.
Miljer nos mira. Lanza a Klider una mirada tranquilizadora, pero a mí una algo fría. ¿Qué culpa tengo? A lo mejor es su culpa, porque nunca he sido así, la transformación quizás me haya transformado.
Me levanto despacio, sin despedirme. Miljer me mira intentando obligarme a sentarme otra vez, Hugo me hace un gesto con la cabeza de despedida y Klider se limita a observar a su plato. Me muerdo el labio, abro la puerta y me dirijo a mi habitación.
Cuando entro, me siento en frente del espejo.
-Hola, Paym-digo-.Oh, no, perdona. Tú no eres Paym, eres una maldita tigresa. Una tigresa que no tiene sentimientos, a la que mataría por hambre a sus amigas. Hola,... Huy, perdona, no tienes nombre que te defina. ¿Te llamo fiera, entonces?
Una lágrima caliente recorre mi mejilla.
No, no. Te destruyes a tí misma. Cierro los ojos. Inspiro aire y me vuelvo a mirar.
-Esta sí es Paym, la misma Paym que ahora se levantará a perdonar a Klider.
Suspiro y me levanto.
Después de subir unas escaleras, encuentro la habitación de Klider. Llamo. ¿Y sino no está?
La puerta se abre.
-Hola, Kilder, lo sien...
-Ven, tengo que enseñarte algo-me corta de malas maneras y le miro mientras camina delante mía. ¿Se puede saber por qué se pone así? No es culpa mía que... Sí, Paym, estúpida, si es culpa tuya. Suspiro y camino a su lado, sigilosa.
-¿Puedo saber qué es lo que me quieres enseñar?-pregunto, con voz inocente y suave.
Kilder suspira y noto como aprieta los dientes.
-Tenemos un rehén.
-¿Un rehén? ¿Del enemigo?
-¿De quién narices iba a...?-se calla y coge aire-Sí, del enemigo. También está transformado.
-¿Qué?
-Los médicos, junto a Miljer y Hugo, le van a examinar.
Entramos en el ascensor y Kilder pulsa el botón del decimoquinto piso. Ninguno de los dos dice nada. Kilder observa la quejumbrosa pared metálica, yo le observo de reojo. Yo y mi estúpido orgullo, pienso. El ascensor se para el décimo piso y entra Miljer. Nos sonríe a los dos, pero ninguno le devuelve la sonrisa. Me mira extrañado e intenta acercarse a mi oído, seguramente para preguntarme porque ni nos miramsos, pero me alejo de él levemente. No quiero hablar, solo quiero saber que me pasa. Miljer suspira y durante el trayecto hasta el decimoquinto piso nadie habla. Al llegar, sale primero Miljer, y después Kilder y yo nos miramos durante unos segundos, preguntándose quien va a salir primero de los dos. Sus ojos azules me transmiten disculpas, me dicen que no quería nada de esto, y mis ojos le responden a los suyos que lo olvidemos. Sonríe y con un gesto, me indica que pase primero. Inclino la cabeza con delicadeza y salgo de el ascensor. Sigo a Miljer, que entra en una especie de búnker. Unos guardias custodian la estancia del rehén. Miljer les enseña su placa y nos dejan pasar. Al entrar en la sala tropiezo con un montón de médicos, doctores y también con mi padre. Me dirige una mirada y se centra en una cama metálica que se encuentra en medio de la habitación. Me fijo en ella y durante unos segundos, creo que mi corazón deja de latir.

miércoles, 2 de enero de 2013

Capítulo 4-Mañana de pruebas.

Alguien golpea la puerta de mi habitación y yo me levanto despacio a abrirla. Encuentro a Miljer sonriente.
-Buenos días, preciosa. Hoy es el día de las pruebas.
-Eh... Ah, sí, es verdad.
Miljer vuelve a sonreír. Le respondo con otra sonrisa y salimos de mi habitación. Recorremos el pasillo y me fijo en que Miljer no ha venido solo, que tiene otro médico a su lado. Es muy mayor, más mayor que Miljer. Deduzco que Miljer debe de tener entre cincuenta años, aunque con sus conocimientos puede haberse operado y parecer más joven.
Subimos al ascensor del final del pasillo y Miljer pulsa el botón de la planta diecisiete. Justo cuando las puertas del ascensor se empiezan a cerrar, oigo a Kilder gritar mi nombre y correr por el pasillo.
-¡PAYM, ESPERA!
-¡Kilder! Miljer, pulsa el botón de abrir puertas, por favor.
Miljer me hace caso y las puertas del ascensor se abren. Kilder llega a los dos minutos, exhausto.
-Hola-dice, jadeando.
-¡Adrián!-le digo, contenta.
-¿Adrián? ¿Quién es ese?
-Eh... ¿He dicho Adrián? Vaya, lo siento, quería decir Kilder, ¡me he confundido!
Kilder se ríe y me pierdo en sus ojos.
Llegamos a la planta diecisiete en unos minutos. El médico (Hugo) ha alabado mi transformación con mucho interés, a acariciado mi piel y se ha puesto a hablar con Miljer. Después, los tres se han puesto a comparme y a volver a decirme que la transformación es maravillosa y que tienen muchas ganas de saber que puedo hacer con mi cuerpo. A esto último, Miljer sonríe, enigmático. Me pongo colorada con todos los comentarios y digo gracias a todo, incluyendo un "¿Te gusta?".
Llegamos a la planta y caminamos por el pasillo, mucho más corto que los otros. Abrimos una puerta y tropiezo con un campo verde, lleno de vitalidad. Nunca he visto un campo así, ni de pequeña. Klider tiene la misma cara que yo, sin embargo, Hugo y Miljer no parecen tan asombrados.
-Bueno, te presento el campo donde haremos tus pruebas, ¿que te parece?-me pregunta Miljer.
Sonrío y asiento, todavía observando todo el campo. 

Al cabo de unas horas, descubro que sé gruñir, reír, hablar y ronronear. La verdad es que todo eso lo sabía, pero Miljer debe repetirlo, para Hugo y para los otros médicos. También sé correr casi como un guepardo y puedo sacar de mis manos-garras uñas muy largas y afiladas. En la prueba del arco fallo un poco, ya que no lo sujeto mucho. Klider se ríe al verme tirar, y nos ponemos a jugar. Le hecho una carrera, y claramente gano. Miljer sonríe al vernos, pero a los pocos minutos me obliga a seguir con las pruebas. Descubro que pierdo la cabeza con los ovillos de lana y eso me hace recordar el comentario de mi padre.
-Bien, bien. Has pasado muy bien las pruebas, para ser la primera vez. Ya veremos que podemos hacer con tu cola-me dice Miljer.
Bajamos a comer, estofado. Suspiro al verlo, no me encanta. Klider sonríe e intenta colarme un poco de su estofado, pero le pillo. Miljer comenta con Hugo sobre las pruebas y alguna vez que otra les oigo hablar sobre que el enemigo también sabe transformar. Gruño con ese dato, ya que nosotros éramos los únicos, por ahora, y teníamos algo de ventaja. 
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Sé que lo que os voy a decir no os va a gustar nada, NADA, pero lo tengo que hacer. La historia acaba aquí, por ahora. La voy a escribir en Oppen Office para saber cuánto me va a ocupar y quizás suba alguna después. Sara, Irene, Celia, Lara, muchas gracias por seguirme y comentarme. En serio, sin vosotras no hubiera seguido seguro. Ahora mismo, Irene pondrá los ojos en blanco y dirá "Ya está, otra vez", JAJAJAJA. Solo que esta si la continúo, Irene ;). Por cierto, sobre lo de D.A.L. no seguiré en ese blog, tenía otro más viejo y seguiré en ese. Haré una entrada en D.A.L. avisando y dándo el link, pero también lo subiré a Twitter. Un besazo a todas y muchas gracias por todo ;3

martes, 1 de enero de 2013

Capítulo 3-Papá.

-Hola, Papá-digo, sonriendo.
Mi padre me mira de arriba a abajo con los ojos muy abiertos.
-No me jod...
-¡PAPÁ!-exclamo, cortándole.
-¿Qué te han hecho? ¡¿Te han obligado?! ¿Ha sido Klider?-pregunta mi padre, alterado.
-¿Qué? ¡No, no! Klider solo atacaba las órdenes-le explico.
-Cretino.
-Papá, déjalo, ¿vale? Soy... Una tigresa y me gusta serlo.
-¡ENCIMA LE GUSTA SERLO! GENIAL, TENGO UNA HIJA TONTA.
-¡PUES ES LA ÚNICA QUE TIENES!-le grito, más que furiosa.
-No hubieras sido la única si tu madre hubiera aguantado en el parto.
-Pero no lo hizo, papá, y no te quejes que al menos tu hija no está por ahí con... ¡Yo que sé! Pero trabaja en lo que tu querías, ¿no?
-Mi hija es una... Un gatito, eso es lo que eres.
Bufó bien fuerte, haciéndo que mi padre retroceda unos pasos.
-Si fuera un gatito estaría jugando con un ovillo de lana-mascullo.
-Vale, ¿sabes qué? Déjalo.
-Vaya, mira quien se raja.
-Paym, déjalo.
-Vale, perfecto, ala, lárgate-abro la puerta, enfadada, esperando a que mi padre se marche. Sin embargo, Klider aparece, sonriente.
-Paym, ya tengo fecha para una reuni...
Mi padre le corta, con un buen puñetazo en la nariz. Durante unos segundos me doy cuenta de que mi padre me quiere y que entiendo que se haya enfadado, ya que no lo avisé. Pero, a pesar de todo, pegarle un puñetazo a Klider no es manera de arreglar las cosas.
-¡Papá, por favor!-me agacho al lado de Klider, que se ha acurrucado en el suelo, ya que ha recibo un buen puñetazo.
-¿Qué? Te ha transformado en eso, acatando órdenes o no. Mira, ahora me siento mejor.
No puedo evitar sonreír un poco. Mi padre y su carácter.
-Lárgate-le aviso.
-Vale, adiosito-abre la puerta y se va.
-Klider, ¿estás bien?
-Bueno, como una persona que acaba de recibir un puñetazo en la cara.
Río.
-¿Te llevo a la enfermería?
-Ni se te ocurra, ¿cómo explico que tu padre me ha pegado por convertirte en una tigresa?
-Con palabras.
-El mismo humor, ¿eh?
-Anda, levanta-digo, riendo.
Klider se levanta del suelo y le obligo a sentarse en la cama. Busco en un pequeño cajón que tengo y encuentro alguna que otra venda. Se la pongo en la nariz.
-Bueno, ¿y cuándo es la reunión?-pregunto, después de que la nariz haya dejado de sangrar excesivamente.
-Pasado mañana, después de tus pruebas. Ya nos enteraremos a que hora acaban mañana.
-Vale, perfecto.
-¿Ganas de saber que puedes hacer?-me pregunta Klider, contento.
-Sí-le respondo, con una sonrisa.
De repente, me fijo en el color de sus ojos. Azules. Sí, de un azul cielo. Vuelvo a sonreír, pensando en que el color de sus ojos concuerda con su aficción, volar.
-Bueno, eh, yo...-balbucea Klider, bajando la vista.
-Eh, sí,... ¿Vendrás a las pruebas mañana?
-Sí, lo intentaré.
-Vale.
Silencio.
-¡Hasta mañana!-Klider camina hacía la puerta de espaldas, mientras me mira.
-¡La puerta!-Klider se sobresalta y se da la vuelta justo a tiempo, antes de chocarse-.Ten cuidado con mi padre.
-Vale, sí, gracias. Nos vemos mañana.
-Sí, eh... ¿Dónde tengo que estar?-pregunto.
-Miljer vendrá a buscarte, saldremos al patio, supongo.
-Vale, adiós.
-Adiós.
Klider cierra la puerta y me acurruco en la cama, como un gato.